lunes, 27 de junio de 2011

Cómo alargar la vida de tu batería

He creído que este artículo enriquecería esta bitácora por estar relacionado con el anterior y con nuestros bolsillos. Pero no puedo garantizar que todo lo que contiene sea cierto.
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Néstor Parrondo - viernes 24 de junio de 2011

Yahoo Finanzas

Las baterías de nuestros adorados gadgets se han convertido en nuestro peor enemigo. Suelen ser el primer componente que falla y por el que, al final, tenemos que tirar nuestro aparato al contenedor de reciclaje.

Tras dos años de intenso uso, la batería de nuestro teléfono móvil, ordenador portátil o tableta, suele tener su capacidad bastante mermada. Pero si cuidamos bien este componente desde el principio, puede que su autonomía no se resienta, y podamos disfrutar de nuestros aparatos durante más tiempo.

Funcionamiento

La mayoría de los gadgets actuales utilizan baterías de ion de litio. Este tipo ha sustituido a las que utilizaban el níquel como su principal componente (las denominadas NiCd o NiMH). Las baterías Li-Ion están compuestas de un electrodo positivo (cátodo), hecho de litio, conectado al electrodo negativo (ánodo), hecho de carbono. La batería se carga al repeler los iones (átomos cargados eléctricamente) de litio desde el cátodo hacia el ánodo de carbón. Su liberación posterior genera la corriente necesaria para alimentar los dispositivos.

Ventajas de las baterías de ion de litio

La baterías de litio son más ligeras y más pequeñas que sus antecesoras de níquel. Además, tiene una mayor capacidad, y la energía almacenada no se resiente mucho si no utilizamos el aparato con frecuencia. Tampoco sufren el denominado "efecto memoria", que asola a las de níquel, y que consiste en que si la batería no se ha descargado completamente a la hora de cargarla, se forman cristales de níquel en ella y se pierde parte de su capacidad para siempre.

Pero las baterías de litio también tienen sus problemas. Por ejemplo, este elemento químico puede ser muy inestable a altas temperaturas, e incluso puede hacer que el aparato al que le está suministrando energía explote. Aunque las baterías de litio tienen un sistema interno que las protege de sobrecalentarse, una alta temperatura de ellas puede terminar afectando de forma negativa al funcionamiento del gadget. Otra desventaja es su vida útil, que normalmente no suele prolongarse más allá de los tres años.

¿Cómo alargar su vida?

Para que una batería de litio funcione lo mejor posible y dure más tiempo, es recomendable seguir algunos consejos. Siempre es recomendable que hagamos al menos un ciclo completo de batería al mes. Es decir, que dejemos que el aparato se descargue por completo, y lo carguemos al 100 %. Las baterías tienen un ciclo de vida limitado (es decir, un número máximo recomendado de ciclos de carga). Es de esperar que conforme pase el tiempo su rendimiento y capacidad vayan bajando poco a poco. Pero si realizamos al menos un ciclo completo al mes, estaremos manteniendo "en forma a nuestra batería".

Otro aspecto recomendable es el de poder cargar a menudo nuestro aparato, para que los componentes de la batería mantengan un buen nivel de movimiento. Si no vamos a utilizar un aparato en bastante tiempo, por ejemplo cuando nos vamos de vacaciones, es recomendable dejarlo con parte de la batería descargada (Apple recomienda que sea el 50 % ) y guardarlo en un lugar fresco.

Por último, señalar que el peor enemigo de nuestras baterías y aparatos es el calor. Mucho cuidado con dejar el móvil dentro del coche y al sol este verano, porque puede que no podamos volver a hacerlo funcionar.

¿Qué es la 'obsolescencia programada'?

Como sugiere el término, 'obsolescencia' nos remite a 'obsoleto', algo así como antiguo, fuera de uso. La 'obsolescencia programada' es una técnica que usan los diseñadores de productos para que estos tengan una vida más corta o mucho más corta de lo que el estado de la tecnología permitiría. Por ejemplo, se podrían construir lavadoras que durasen 20 años (es un suponer, quizás sean muchos más años), pero se diseñan para que fallen antes de los (digamos) 5 años. De esta forma, los consumidores no tienen más remedio que comprar una lavadora nueva en ese periodo. Y así, numerosas veces durante su vida.

Además de un diseño que falle pronto, se monta todo un sistema de 'asistencia técnica' que disuada al usuario de arreglar los productos: la mano de obra y las piezas de repuesto llevan a que casi cualquier reparación suponga un 50% o más del precio del artículo nuevo. Así, se le enfrenta al consumidor con una disyuntiva artificiosa: ¿será mejor reparar un 'artículo anticuado' o -por un 'poco más'- comprar uno nuevo? Y, al final, acabamos comprando otro nuevo.

Digo 'disyuntiva artificiosa' porque los propios fabricantes han tejido la tela de araña que hace cada vez estemos más atrapados en la red del consumismo, como explicaré a continuación.

Lo de 'artículo  anticuado' lo he puesto entre comillas porque es lo que nos hacen pensar los fabricantes y sus terminales mediáticos. Para ello, sacan constantemente nuevos modelos asegurando que tienen prestaciones de las que carecen los anteriores ('prestaciones' que nunca usaremos ni notaremos).

Si buscamos nuestra lavadora (o lo que sea) en internet, veremos que a los pocos meses de comprada es un producto descatalogado, ya no se fabrica. Con suerte, encontraremos un modelo que hace referencia al nuestro, pero distinto porque le habrán añadido unas letras que hagan pensar al comprador que es un modelo mejorado (p.ej. una "E" de "ecológico", etc.).

'Por un poco más...' es una expresión que todos hemos dicho u oído alguna vez referida a la reposición de un producto averiado. Ese 'poco más' es -a menudo- casi el 50% del valor del nuevo (sin olvidar que las reparaciones están sobrevaloradas en el precio). Y caemos en la tentación de comprar uno nuevo.

Respecto a las reparaciones, hay que reconocer que cualquier técnico tiene derecho a que su tiempo se remunere adecuadamente con respecto al nivel de vida de la sociedad donde vive. En otras palabras, que dedicarse a reparar, digamos, electrodomésticos no sea un trabajo para morirse de hambre. Entonces, ¿no son posibles las reparaciones sin que pese tanto el precio de la mano de obra?. Yo creo que sí, serían posibles. Pero, de nuevo, la solución está en el diseño. Los diseñadores (generalmente al servicio de los fabricantes o empleados suyos) podrían simplificar los montajes de los aparatos para que su reparación fuera rápida. Mucho tiempo del técnico reparador se va en aflojar y apretar tornillos, desmontar paneles y salvar las mil y una trampas que el fabricante ha puesto para poder acceder al interior del aparato.

Generalmente los diseñadores ponen todas esas trabas de acceso al interior de los aparatos para que los propios usuarios no se atrevan a repararse ellos las averías más sencillas y tengan que recurrir al SAT o desechar el producto y comprar uno nuevo. Pero obtienen, además, el beneficio añadido de que muchas reparaciones llevan tanto tiempo extra que, por el precio, disuaden al usuario de encargar la reparación.

Con estas estrategias capitalistas, nos han metido en el engranaje de "usar y tirar": ya no hay beneficio en reparar. Como mucho, nos lavan la conciencia de culpabilidad por el excesivo consumismo animándonos a que desechemos los aparatos en los llamados "Puntos Verdes" donde se llevaran a desmontar y reciclar. (Dicho lo cual, añado que soy un ferviente defensor de que los aparatos sin reparación se lleven a estos Puntos Verdes para evitar que acaben en el campo agrediendo al paisaje y al medioambiente con los productos contaminantes que contienen: plásticos, cobre, metales pesados, etc.).

Todo esto tiene importantes consecuencias para la vida diaria de millones de personas: una parte importante de sus ingresos debe dedicarse a comprar nuevos artículos que no harían falta si se hubieran diseñado y fabricado adecuadamente los anteriores. Esto, de alguna manera, empobrece a la mayoría de la población (aunque muchos no sean conscientes porque pueden afrontar ese gasto extra) y enriquece a la minoría dueña de las empresas fabricantes.

Además, el recambio de los productos con mayor frecuencia obliga a una mayor explotación de los recursos naturales en otras partes del mundo: minas, bosques, mares, energía, etc. con lo que esto supone además de destrucciones forestales secundarias (construcción de carreteras, poblados para los trabajadores de las minas, etc.). La mayor parte de los mejores recursos naturales se encuentran en países pobres o deprimidos lo que, en muchos casos, conduce también a guerras por el dominio de los recursos (África está plagada de ejemplos) con el desplazamiento, empobrecimiento y/o muerte de millones de afectados, generalmente civiles.

Así que, cada vez que estemos tentados de 'cambiar de móvil' o de cualquier otro artículo, reflexionemos un poco y decidamos si realmente necesitamos cambiarlo (por las nuevas funcionalidades, porque el nuestro no tiene reparación, etc.) o lo hacemos movidos por la moda, por presumir ante las amistades, porque 'nos sale casi gratis' ya que la operadora de telefonía nos lo regala (es falso, nada sale gratis ni casi gratis), etc. ya que esa aparentemente pequeña decisión puede afectar a la vida y muerte de personas concretas más allá del océano... No es broma ni para tomárselo a broma. En cada una de nuestras decisiones de compra debe haber una conciencia global y, muchas veces (yo creo que la mayoría), la decisión correcta es la de RECHAZAR la adquisición, incluso cuando parece un regalo ("El que regala bien vende si el que recibe entiende" es un refrán que decía mi madre).

Volviendo a la obsolescencia programada, entonces, ¿en qué consiste?. Puede ser tan sencillo como colocar una pieza de 1 mm de espesor cuando haría falta una de 2 mm. Otro ejemplo: cambiar piezas metálicas (que son más resistentes) por otras de plástico (menos resistentes y más baratas). Seguro que hay millones de ejemplos, pero estos nos dan una idea de cómo se puede hacer que un aparato dure bastante menos de lo que podría durar.

Quiero añadir aquí una noticia que he copiado de Yahoo Noticias - Cuaderno de Ciencias ya que contiene un ejemplo que puede abrirnos un poco más los ojos sobre la obsolescencia programada:
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La bombilla de Livermore cumple 110 años encendida

Por Javier Peláez

Cuaderno de Ciencias – jue, 23 jun 2011

La bombilla record

En la estación de bomberos de Livermore, cada 18 de junio celebran una fiesta muy especial: el cumpleaños de una bombilla. Y no es que los vecinos de esta localidad de California se hayan vuelto locos, lo cierto es que se trata de una bombilla bastante especial.

Se encendió por primera vez en el año 1901 y desde entonces sigue funcionando sin haberse apagado ni una sola vez. Algo más de 110 años que la han hecho entrar en el Record Guinness como la bombilla más resistente y duradera de la historia.

Además, este prodigio de la ingeniería del recién estrenado siglo XX ha soportado con éxito varias mudanzas, algunos cortes de suministro, varios terremotos (incluido el gran terremoto de San Francisco en 1906), y aun así ha continuado encendida como si nada...

En 1901, Dennis Bernal, un empresario pionero y su empresa eléctrica, Livermore Power and Light Co., instaló esta bombilla como luz nocturna en un antiguo garaje que servía tanto de comisaría de policía como de estación de bomberos. De su lugar original hasta el que hoy ocupa, han pasado ya 110 años, y la bombilla se ha trasladado varias veces de instalaciones hasta situarse definitivamente en la Estación Uno de bomberos de Livermore.

La célebre bombilla de Livermore se diferencia de una bombilla moderna en que su filamento es aproximadamente ocho veces más grueso que los actuales y además se trata de un semiconductor, probablemente hecho de carbono. Aun así, el hecho de que la bombilla siga funcionando sin problemas después de tantos años es un motivo de sorpresa para muchos, incluido un equipo de físicos de la propia Academia Naval de EE.UU. en Annapolis, Maryland, que está estudiando la bombilla para comprender su funcionamiento y mejorar las actuales.

La bombilla milagrosa tiene su propia página web en la que existe una cámara web fija que vigila que la bombilla esté encendida en todo momento. Ironías de la vida moderna, la cámara tiene una vida útil de unos tres o cuatro años, por lo que esta vieja bombilla verá apagarse varias cámaras mientras ella probablemente siga encendida durante algunos años más.